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jueves, 31 de enero de 2019

Amargos recuerdos


Me quedé dormido hilvanando constelaciones como tantas veces de pequeño, cuando intrigado por el titilar de las estrellas, descubría que no todas eran del mismo color. Sus tonos, bailaban del blanco, al amarillo hasta el naranja. Se decía que eran las almas de personas que habían muerto. Preocupado, me acurrucaba pensando si estaría cerca el día en que mi madre se convertiría en un lejana y pequeña estrella. Horas más tardes depertaba helado y dolorido. Rogando entrar, golpeaba con los nudillos el cristal del balcón, donde una noche mas, mamá había vuelto a castigarme.

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