Cuando éramos jóvenes se reía de mi. Era poco agraciada, solitaria y aburrida a sus hermosos ojos azules de joven rebelde y líder.Anoche la volví a ver después de muchos años, en una reunión de alcohólicos anónimos. No me reconoció, jamás fui nadie para ella como para recordar mi vulgar rostro. La mala vida apagó su luz, la decepción hundió sus hombros y los fracasos tatuaron de malva sus ojeras. Y yo, que siempre me creí mejor que ella, me avergoncé al tener que ocultar mi alegría, pero es que por fin...!Podríamos ser amigas!
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