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lunes, 21 de octubre de 2019

BENIDORM



Nos dejaron sin magdalenas, sin palmeras de chocolate, incluso acabaron con los huevos revueltos.
Pero ese día nada nos podría arrebatar la sonrisa de nuestras bocas.
Llegamos últimos al desayuno del hotel, exhaustos tras una noche prácticamente en vela.
Los besos apresurados y vespertinos habían dado paso a caricias certeras, a esa sensación de entrega total que te deja vulnerable.
 Con la sorpresa de un estímulo que creía olvidado, me descubrí exploradora en un viejo continente.

Al final apenas hubo tiempo para un café antes de subirnos de vuelta, al bus del IMSERSO.

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