Salieron juntos cogidos de la mano de la consulta del ginecólogo. Él, con una mirada sumisa, buscó comprensión en sus ojos. Ella, interiormente, le recriminó todas las cajetillas de tabaco que se fumó, las cervezas demás y los pantalones demasiado ajustados que tanto le gustaba llevar.
Decidió que lucharía por tener hijos propios, aunque estos ya no fueran a parecerse al padre.
A duras penas disimuló una mueca en la comisura de su boca al tragar el amargo sabor del fracaso, elevándose de puntillas le dio un beso condescendiente en la mejilla y en un saco casi lleno, logro guardar otra dosis de reproches.
Decidió que lucharía por tener hijos propios, aunque estos ya no fueran a parecerse al padre.
A duras penas disimuló una mueca en la comisura de su boca al tragar el amargo sabor del fracaso, elevándose de puntillas le dio un beso condescendiente en la mejilla y en un saco casi lleno, logro guardar otra dosis de reproches.
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